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domingo, 31 de mayo de 2020

Bancarrota de esquemas tropicales


Es innegable que la descripción
de la tierra de la leche y la miel
parece indescifrable en lo imposible,
hasta aprender que llega el día.

Todos los demás le mentían,
y es increíble que a nadie le importe,
además de ser aceptado así,
como algo que cae del cielo
no siendo rebotado hacia arriba.

La farsa escalada en la tierra
llegaba a la selva perdida,
cuando sólo tocabas mi corazón,
a sonar en la muerte sin garganta
el húmedo llanto de tu lluvia.

Aun así, ¿por qué estamos aquí?
Debemos continuar en la oscuridad
de esta isla que se desplaza en el caos,
buscando una afirmación indecisa;
o quizás aprendamos algo
al lamer el suelo, buscando
difuntos de oscuras sabanas
que piensan cansados la palidez
de los huesos en la suerte,
por los cementerios solitarios.

Bancarrota de esquemas tropicales,
esbeltez del día inacabado,
entonces podría tolerar
tus dientes en tu risa, boca,
que templo en mi saliva, agua
para los obispos de la orden, misa,
perdida en el marasmo escaso
de la inexistente humanidad pérdida.

Todo lo llevabas dentro, en el paraíso,
y los demonios te rascan la piel,
para que corras indecisa,
suerte que nunca tuve
y que ahora aprieta mi cuello,
minuto antes suicida
saliendo del fango tenebroso.


Doy el beso de los condenados,
mala memoria de viejo
en la cartera hecha escombros.
Pero la función comunicativa aprieta las voces,
y negábamos la belleza
hundiendo el panorama de los nombres,
pues la tentación maltrecha y perdida
era la quiebra que quita el aire.

En los polos de atracción antagónicos
estallaban, una y otra vez,
los espacios suficientes de un petardo,
pólvora seca en mi garganta
que ahora saboreo gozando
la aspereza tierna fiera
de los que queman su destino,
en la brisa libre sonando.